Si el cuerpo se identifica (1) cada vez mas como el ultimo lugar posible a

partir del cual el individuo de nuestro tiempo  puede fijar una identidad

significante, y ello a pesar de la aparente perdida de  autonomia corporal

que la posmodernidad implica, la escritura corporal, permanente o efimera,

es un acto que  -aparte de ser  condenado por la Biblia-, supone una

declaracion de un derecho al pasado y al futuro del cuerpo propio, al tiempo

y la muerte propia. En este sentido, la escritura de Carlos Betancourt,

porque de eso se trata en primer termino, es un sintoma del regreso de lo

reprimido, del deseo de abrirse  a la vinculacion perdida con la naturaleza,

mas alla de la sociedad del espectaculo donde disminuye  hasta perderse el

control tanto de nuestra propia imagen como de nuestra identidad a merced de

intereses "superiores" al individuo y su propio cuerpo.

Carlos Betancourt parece sugerir que escribir sobre su propia piel, aun mas

con el grafismo invertido, es una accion a partir de la que puede

construirse una identidad que desafie la identidad normativa hegemonica,

legal, posibilitando la visualizacion  de su multiplicidad, como en el

carnaval, declarando su compromiso con un  mundo de fragmentos sin rostro

fijo o prefigurado. La de Carlos Betancourt es una escritura impersonal a

partir de la cual se define una memoria multiple desenmascarada relacionada

con distintas visiones del mundo, con  distintas maquinaciones culturales y

tiempos que el hace simultaneos, vecinos. Pero esta escritura sobre la

naturaleza, sobre la propia piel de la tierra y la suya propia o la de

otros, sobre la arena y las rocas, es un compromiso con su tiempo efimero,

perdido, como el hombre y la naturaleza que en  el tratan de reencontrarse.

No se trata de elaborar  una mascara o maqauillaje permanente que la

naturaleza no tiene, ni antes ni ahora, una intrincada red donde limitarse y

constrenir su propia imagen. Al contrario, su escritura, por invertida en el

espejo y zurda, es tambien secreta, ignota, poetica y ancestral. No solo

porque recupera otras antiguas palabras y signos  amerindios, precolombinos

y africanos, etc, sino tambien porque nos sustrae la posibilidad de su

lectura encriptandose, como a menudo hace el grafiti callejero, en sus

arabescos y deliberada complicacion como neolengua de la que somos

privilegiados observadores neofitos, sin contrasena, ajenos.

Una escritura que no anade, que sepamos cieretamente, nada al desnudo propio

sino acaso lo pone en evidencia, como grafismo en sintonia con el universo,

excediendo la mirada de narciso en el lago y, desde su espejismo asumido,

proyectando su embrujo, es ante todo una escritura de trangresion, como el

tatuaje y el ya mencionado grafiti, con quienes comparte la puesta en

cuestion  del soporte prohibido . En este sentido, como las pinturas

corporales de algunos grupos culturales aborigenes, indios o africanos, no

solo anuncian acciones de guerra, antes presuponen una accion ritual,

igualmente finalista, de naturaleza medica o terapeutica, fetichista o de

transferencia pero trascendental. En este sentido, la conexion con artistas

contemporaneos como Ana Mendieta con  ser evidente se advierte mas aparente

y endeble, lo mismo que con los grafismos corporales de Keith Haring. La

profundidad de estas poeticas mencionadas se altera sustancialmente, tanto

desde la sintaxis como desde el sentido de la mirada propia donde el otro es

el mismo o no hay otro, no hay miron ajeno a la accion, mas alla del

instante anadido posteriormente en la fotografia, que fiscalice su relacion

salvaje. Este dialogo con la naturaleza, con el tiempo del cuerpo y el

espejo embrujado de Ochosi y Ochun, ( del panteon yoruba africano) tiene su

origen en la propia accion donde encuentra sus signos pero quedan congelados

en la fotografia, anadida a los signos pictoricos y la misma accion, al

espejo y al tiempo, la fotografia tan denostada en el animismo precisamente

porque roba como las unas y el cabello el poder espiritual del sujeto

pasivo.

Y este espejo en el que se mira el artista puertorriqueno residente en

Miami, este espacio ajeno, es aquel en el que el artista  nos refleja a los

observadores al invertir los signos,  el de un pasado arcaico que es

igualmente nuestro, preadanico, ancestral, en la naturaleza pero a prueba

dxed intrusos que desconozcan el verbo que fue primero. Ya no es un tiempo

de representacion como en las Meninas, sino un tiempo mitico, variable,

multiple, indefinido, acomodado a nuestros propios relojes planos.

No se trata en consecuencia de una imagen nostalgica del paraiso perdido

donde el ser humano se confundia con la naturaleza, sino mejor, la

presentacion de sus signos en accion, mas alla de nuestra cultura pero, sin

duda, como sintoma de su naufragio en la superficie del espejo.

A este espejismo borgiano no es tampoco ajena la escritura de Carlos

Betancourt quien ha construido, con los ojos cerrados como en el sueno y la

cabeza invertida con la lengua fuera, su naturaleza al otro lado del espejo,

activado este desde la memoria igualmente invertida de los signos y el

sentido.

De este modo Carlos Betancourt no documenta un instante, lo construye. Se

trata entonces de una poetica, de una intencion. En este sentido, comparte

con Charo Oquet, ademas de su taller de trabajo, y de su vinculacion

explicita con la naturaleza, la misma aficion  ritual y su ascendencia

religiosa panteista o animista, ademas de una ofrenda semejante a sus

difuntas abuelas. Una dimension trascendental antes mencionada que impregna

toda la obra del artista puertorriqueno realizada en Miami, donde queda al

descubierto no solo su insularidad y la presencia de la arena de la orilla y

del acantilado y de las olas sino, tambien en sus propios signos, la lengua

proscrita de comunicacion con la naturaleza, la lengua ancestral de comunion

con los dioses que ella representa y de la que esta exposicion que les

presento  en el Palacio de Espinola en Teguise(Lanzarote) quiere ser solo un

ejemplo lo mismo que este catalogo. No se trata, sin embargo, como alguien

podria pensar, de una obra meramente naturista, o que niega la

contemporaneidad promiscua y conflictiva de la que nace. Al contrario, con

la incorporacion documental, anadiendo fotos, paginas de revistas, etc al

maquillaje, se situa al borde de su propia caducidad, en el espacio efimero

de su propio tiempo secular que precisamente le lleva en su inversion a la

eternidad de la jungla primordial que crece en las orillas del sentido.

Parafraseando el analisis que hace Deleuze de la obra de Lewis Carroll (2),

si al principio la obra de Carlos Betancourt nos parecia que trataba de

mantener en secreto su accion sustrayendola de nuestra mirada intrusa, a

medida que se avanza en su analisis, los movimientos de profundidad y altura

a uno y otro lado del espejo parecen mas inconsistentes y ceden al

deslizamiento en su superficie, plana, sin espesor. "Profundo ha dejado de

ser un cumplido" senala Deleuze, y tambien :" Los acontecimientos son como

los cristales, no ocurren ni crecen sino por los bordes, sobre los bordes.

Ahi reside el primer secreto del zurdo y el tartamudo; dejar de hundirse,

deslizarse a lo largo, de modo que la antigua profundidad no sea ya nada,

reducida al sentido inverso de la superficie. Es a fuerza de deslizarse que

se pasara al otro lado, ya que el otro lado no es sino el sentido inverso".

Y anade mas adelante:"No hay pues... sino una aventura: su subida a la

superficie, su repudio de la falsa profundidad, su descubrimiento de que

todo ocurre en las frontera".

Como no podia ser menos tambien aqui Deleuze nos recuerda la frase profunda

de Paul Valery tantas veces repetida:" lo mas profundo, es la piel" y el

odio de Lewis Carroll hacia los chicos, aunque en "Silvia y Bruno, es el

nino quien tiene el papel inventivo, aprendiendo sus lecciones de cualquier

modo, del reves, del derecho, por encima, por debajo, pero nunca a fondo".

Sobre esta superficie, sobre su propia piel, se desliza el sentido de su

escritura sobre la orilla, el sentido de este maquillaje real en la frontera

del espejo.

 

(1) Candice Breitz.Imagenes Grabadas,Imagenes de tumba.Atlantica # 12.

1995-96. Centro Atlantico de Arte Moderno. Las Palmas de Gran Canaria.

(2) Gilles Deleuze. Logica del sentido. Ediciones Paidos. 1989. Barcelona.